Recuperación de la biodiversidad de los humedales de Auckland

El puerto de Waitemata, la ciudad y el puente del puerto de Auckland, vistos desde el barrio de Point Chev.

Enclavada en el extremo oriental de la península de Te Atatū, en Auckland, la reserva de Harbourview Orangihina se despliega como un mosaico de humedales de agua dulce, marismas saladas y bosques costeros autóctonos. Esta extensión alberga muchas especies de aves raras y amenazadas, lo que le confiere importancia ecológica, mientras que sus conexiones ancestrales la enraízan en un profundo patrimonio cultural.

La zona tiene un significado histórico para las iwi Te Kawerau ā Maki y Ngāti Whātua Ōrākei. El nombre Orangihina, que significa "lugar de Rangihina", honra a una antepasada de ambas iwi y a la esposa del gran guerrero Te Au O Te Whenua.

El paisaje es rico en yacimientos arqueológicos, tanto maoríes como de los primeros europeos, y está situado en el puerto del río Whau, una ruta histórica que conecta los puertos de Waitematā y Manukau. Antiguamente vivían aquí comunidades maoríes que aprovechaban los recursos naturales de la zona. Sin embargo, con la colonización europea a finales del siglo XIX, los humedales se desecaron para la agricultura y el equilibrio ecológico empezó a deteriorarse.

Hábitats esenciales

Hoy, Community Waitākere, en colaboración con Microsoft y la Sociedad para la Restauración Ecológica, trabaja para restaurar la biodiversidad y las funciones naturales del paisaje. El proyecto se centra en los raros humedales de agua dulce de la reserva, que con el tiempo se han visto invadidos por plantas plaga invasoras.

Humedales como el pantano de raupō, en el extremo norte del parque, son ecológicamente vitales pero están gravemente reducidos, ya que ahora ocupan menos del 10% de su tamaño original. A pesar de su tamaño limitado, estos humedales albergan una mayor densidad de aves por metro cuadrado en comparación con los bosques, lo que supone un refugio esencial para las especies de humedales amenazadas. Harbourview Orangihina, por ejemplo, es un refugio para el mātātā (pájaro helecho), el pūweto (cangrejo sin manchas) y el moho pererū (rascón anillado), e incluso es frecuentado por el sigiloso matuku (avetoro australiano).

Aunque la vegetación terrestre del parque está más modificada, sigue desempeñando un papel vital: actúa como amortiguador protector de los hábitats sensibles de agua dulce y estuario del puerto superior de Waitematā. En toda la reserva hay especies amenazadas y en peligro, lo que subraya la importancia de los esfuerzos de restauración a largo plazo y a escala del paisaje.

Reforzar los ecosistemas locales

La comunidad Waitākere comenzó el trabajo de restauración recopilando datos y desarrollando modelos ecológicos de referencia. Se recurrió a un contratista especializado para gestionar las especies vegetales plaga fuera del alcance del trabajo comunitario, abriendo espacio para el retorno de la vegetación autóctona.

Gracias a la colaboración, el equipo elaboró planes de plantación detallados que incluían la reintroducción de especies autóctonas. Una vez conseguidas las plantas, los voluntarios se encargaron de replantar esas zonas, desempeñando un papel esencial para devolver la vida al paisaje.

"Mediante la plantación estratégica, no sólo hemos restaurado especies autóctonas, sino que también hemos reforzado los ecosistemas locales, colaborando al mismo tiempo con grupos comunitarios dedicados", señaló Chris Burton, responsable estratégico medioambiental de Community Waitākere Charitable Trust.

Además de las labores de replantación, el proyecto apoyó iniciativas de control de plagas animales para proteger las especies de aves autóctonas. A medida que la diversidad de la zona empiece a recuperarse, el mantenimiento continuado garantizará que los beneficios se mantengan a largo plazo.

Reconectar a las personas con el lugar

"La restauración de Orangihina no consiste sólo en devolver la vida a un humedal", afirma Kerry Allan, Director Ejecutivo de Community Waitākere Charitable Trust. "Se trata de volver a conectar a la gente con el lugar, empoderar a los kaitiaki [guardianes] locales y entrelazar tecnología, comunidad y te taiao [el mundo natural con la humanidad incluida] para crear un futuro mejor para las generaciones venideras".

Combinando la ciencia y los conocimientos ecológicos con la participación de la comunidad, la restauración de Harbourview Orangihina pretende restaurar y salvaguardar el complejo y diverso ecosistema de la reserva, honrando su pasado y garantizando su resistencia para las generaciones futuras.